Colectivo Digital Creativo

La irrealizabilidad de Utopía

In Arquitectura, Artículos, Arte, micro Críticas on 04/12/2010 at 13:55

Utopía, el sitio bueno, el lugar de verdad, el verdadero lugar, el no ha lugar. Según Baudrillard, la utopía realizada es desesperación (quedarse sin nada que esperar), estar atrapados sin salida, cuando carecemos antropológicamente de lo posible, cuando nos falta lo más necesario. Es constitutivo de la definición de utopía su NO REALIZABILIDAD.[1].


Demolición de los bloques Pruitt-Igoe, 15 de julio de 1972 a las 3:32 de la tarde. Minoru Yamasaki. Música de Erik Satie, Trois gymnopedies.

«… Ahora bien, lo sublime del arte moderno está en la magia de su desaparición, pero el peligro más grande está justamente en repetir una y otra vez esta desaparición. Todas las formas de esa desaparición heroica, de esa abnegación heroica de las formas, de los colores, de la sustancia ya han sido puestas en juego hasta la saciedad. Da la impresión de que se ha puesto en juego todo, se ha intentado todo, y se está entonces, valga la expresión, en un simulacro de segunda generación o de tercer tipo, como quieran. Estamos en la situación paradójica o perversa en la que no sólo se ha realizado la utopía del arte (porque el arte era una utopía y se ha pasado a lo real), también se ha realizado la utopía misma de esa desaparición (pues la desaparición del arte puede ser una gran aventura, también utópica, pero también realizada). Ahora bien, es sabido que la utopía realizada crea una situación paradójica, flotante, ya que una utopía no está hecha para realizarse sino para seguir siendo una utopía. El arte está hecho para seguir siendo ilusión; si entra en el dominio de la realidad, estamos perdidos…»[2] 
«…Todas las utopías del siglo XIX y del siglo XX, en cuanto se realizaban, ahuyentaban la realidad de la realidad; nos han dejado en una hiperrealidad vaciada de sentido ya que toda perspectiva final ha sido como absorbida, digerida, dejando una especie de residuo en la superficie, sin profundidad…»[3]

Según el filósofo y profesor Félix Duque[4], la utopía tiene más que ver con el terror al tiempo y a la caducidad que con el miedo a la muerte. La utopía es el espejo cóncavo que muestra el esperpento de la sociedad y sirve como revulsivo. Para Duque, la utopía sólo tiene valor entendida ya en la Modernidad[5] (relacionada con la política). La utopía es todo lo contrario al mito. El mito cuenta un restaurar/suturar una herida entre naturaleza y cultura y señala la posibilidad de conexión entre lo animal, lo divino y lo sagrado: el mito cohesiona, por el contrario, la utopía señala lo que nos falta, es, sobre todo, moral. La idea básica de la utopía es acabar con el individuo.

La postmodernidad y el derrumbe de Utopía
Según Charles Jencks[6], la Arquitectura Moderna murió en St. Louis, Missouri, el 15 de julio de 1972 a las 3:32 de la tarde, con la demolición de los bloques Pruitt-Igoe diseñado por Minoru Yamasaki[7] en 1951 de acuerdo a los ideales más progresistas del CIAM: sol, espacio y zonas verdes o, como Le Corbusier lo denominaba, “los tres placeres esenciales del urbanismo” (en lugar de las calles convencionales, los jardines y los espacios semiprivados que él abolió). Estas ideas tan simplistas, según Jencks, tomadas de las doctrinas filosóficas del racionalismo, conductismo y pragmatismo, demostraron ser tan irracionales como las doctrinas mismas.

El concepto de postmodernidad nace sobre todo aliado a la arquitectura y a la literatura, y luego a las otras artes, pero no es un término aliado al arte. Lo postmoderno no es un estilo, sino que es más bien el conjunto de condiciones en la que se da la cultura, el arte, las transformaciones sociológicas, políticas, etc., es decir, las condiciones y los determinantes en que se produce la arquitectura en las últimas décadas del siglo XX, donde una figura por excelencia es lo híbrido, frente a la figura fundamental de lo moderno que era lo puro.

Jean-Françoise Lyotard[8] fue el primero que intentó establecer las características de la postmodernidad hablando de las condiciones que se estaban dando en esos momentos. Habla también del desplome de los grandes valores, universales y utópicos, es lo que él llama la caída de los grandes relatos, como la del marxismo, que se desploma con la caída del muro de Berlín. Si se desploman esas grandes ideas, el arte y la arquitectura tienen que cambiar.

El gran fracaso de la arquitectura y de la planificación del Movimiento Moderno fue debido a su falta de comprensión del contexto urbano al haber puesto un exceso énfasis en los objetos en vez de en el tejido que hay entre ellos, y al haber diseñado de dentro a afuera en lugar de hacerlo al revés, del espacio externo al interno.


[1] PUELLES, L., Seminario sobre Utopías de las Vanguardias, Málaga, MPM, noviembre 2010.
[2] BAUDRILLARD, J., La simulación del arte, p. 20. Disponible en http://www.gep21.org/tpk/baudrillard-selec.pdf
[3] BAUDRILLARD, J., La ilusión y la desilusión estéticas, p. 28. Disponible en http://www.gep21.org/tpk/baudrillard-selec.pdf
[4] DUQUE, F., Seminario sobre Utopías de las Vanguardias, Málaga, MPM, noviembre 2010.
[5] Desde la Edad Moderna, desde el siglo XVI hasta las vanguardias.
[6] JENCKS, C., El lenguaje de la Arquitectura Posmoderna, Barcelona, Editorial Gustavo Gili, 1981, p. 9.
[7] El arquitecto Minoru Yamasaki es tristemente conocido por la caída de sus edificios, ya que también fue el arquitecto del proyecto de los edificios del World Trade Center de Nueva York.
[8] El filósofo francés Jean-François Lyotard (Versalles 1924- París 1998) es reconocido por su introducción al postmodernismo a finales de 1970. Antes de este fue miembro del grupo ‘Socialisme ou Barbarie’ (Socialismo o barbarie), un grupo de la izquierda crítica conformado por intelectuales franceses iniciado en 1956 durante las revueltas en Hungría en oposición al estalinismo del comunismo soviético. Defendía la pluralidad cultural y la riqueza de la diversidad.

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