Cada apretón, cada palmeteo,
cada abrazo de recortes,
santiguados por la calva contenta de Botín.
Como un bumerán, en medio de la noche,
implacable,
se les viene encima.
Se van con la ley entre las piernas.
Ni un triste “que se vayan todos”.
Nada de huidas grandiosas en helicópteros.
Ignorados, nadie les sirve ya café.
Su insignificancia, inevitable,
se les viene encima.
Los esclavos han tomado una a uno cada centro,
cada periferia.
Con timidez, sin soberbia:
no saben mandar.
Su libertad,
se les viene encima.
(C. Negrete, 2012)